"Siempre me ha fascinado la combinación de personajes en el metro. Y si, en este caso, me encuentro con alguien leyendo un libro, su postura física y su concentración en los ojos son de lo más inspirador". El fotógrafo holandés Reiner Gerritsen estaba en Nueva York en 2009 trabajando en su proyecto Wall Street Stop. Fotografiar a gente en la mítica parada de metro le valió para reflexionar sobre cómo la gente cada vez leía menos libros. Se pasó dos años con ese proyecto, así que algo debió percibir en el ambiente. "En 2011 fue tan obvio ver cómo el libro perdía fuelle que decidí documentar el fenómeno". De ahí nació The Last Book, un proyecto (y libro) que se puede ver hasta el próximo 7 de febrero en la Julie Saul Gallery de Nueva York y que va precisamente de eso: gente de Nueva York leyendo libros en el metro. Tras convertirse en sensación viral tras varios artículos publicados en el Wall Street Journal, Slate o la versión estadounidense del Huffington Post, charlamos vía correo electrónico con el fotógrafo que quiso rendir homenaje a los viajeros que siguen queriendo 'cargar' con sus libros bajo tierra.
Llevas trabajando en The Last Book desde 2011, ¿cúantos libros has fotografiado?
Más de mil. Mi criterio para una buena foto era que el rostro y el libro tenían que estar visibles en el plano. Puedo asegurarte que no fue tarea fácil. Estamos hablando del caos de las horas puntas en vagones saturados de gente. Algunas portadas fueron imposibles de fotografiar. Algunas no eran visibles, pero descubrí que si podía enfocar una sola frase del libro, después lo podía googlear y encontrar de quién era el libro.
¿Qué rutina seguías mientras trabajabas?
Me levantaba a las 6.45 de la mañana, hacía fotos entre las 7.30 y las 10.30 horas. Luego volía a las 15:30 hasta las 19:30, cinco días a la semana.
¿Crees que los libros van a ir desapareciendo de los espacios públicos?
Por supuesto que no, pero necesitaba este título El último libro, para dejar claro que nuestra sociedad está cambiando de una era analógica a una digital. Otra de las capas de este proyecto es ver a estas fotografías como un estudio sociológico de nuestra sociedad moderna.
Después de fotografiar libros, decidiste crear una App llamada The Last Book revisited donde también se ve a gente leyendo ebooks. ¿No fue más aburrido que con los libros?
Lo es. Fotografiar ebooks es aburrido. Es hipnótico enlazar un rostro con una portada, y dejar que mi imaginación vuele. Cuando terminé de fotografiar a gente con sus libros, me di cuenta de que estaba haciendo referencia al pasado, cuando lo que realmente me interes es la transición de la sociedad actual, de lo análogo a lo digtial. Mi colega y amigo, Bas Vorege, vino con la idea de que también visualizásemos gente con sus tabletas y ereaders. Creamos la app. La combinación de los libros de papel y los digitales hacen que esta transición sea mucho más visible.
¿Cuál es tu momento favorito o el más especial de The Last book?
Si vas a la exposición de Nueva York, en la Julie Saul, verás a dos chicas en la pared de la izquierda. La foto se llama The White Album, página 32. Es mi favorita, pero fue muy díficil de tomar. La mayoría del tiempo disparo fotos en metros repletos de gente, pero en este caso era viernes por la noche y el vagón estaba prácticamente vacío. Estaba sentado entre dos chicas; una leía, la otra dormía. En ese momento pensé que era demasiado íntimo e invasivo tomar la foto, así que decidí no hacerlo. Entonces el tren se retrasó y terminé sentado frente a frente con ellas durante 20 minutos. Al final no me pude resistir a aquella invitación visual. Aquel momento resultó tener una calidad visual increíble, y acabó en el libro. La semana pasada recibí un mail de una de las dos chicas, Sarah, diciendo que se había reconocido en una de las fotos y que esta se sentía honrada y en shock al mismo tiempo. Me ha emocionado mucho recibir su mail. Justo me pillas enviándole su foto impresa.
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